Desde las tripas del Palacio de Festivales todo se ve diferente y sorprendente mejor si cabe, de lo que una se puede llegar a imaginar y eso que una tiene mucha imaginación .Camerinos,escenario, organización,el control, el orden, las entradas y salidas de las bailarinas,la labor del regidor impecable.Una experiencia muy positiva vivir los entresijos entre bastidores.
Desde el exterior.El Palacio en sí ,es un lujo al alcance de una entrada.
Una agradable actuación en un entorno tan especial.
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